Polonia: del régimen comunista al “tigre” de Europa del Este | Economía y negocios

Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, Jan Bartek siempre ha creído en el potencial de su país. Ese año Polonia entró en una economía de mercado ferozmente competitiva, después de más de cuatro décadas de aislamiento bajo el régimen comunista. “Estábamos saliendo del sistema como un país pobre, por lo que teníamos mucho de qué recuperarnos”, explica este empleado de casi 50 años de un concesionario de automóviles en Varsovia. “El país ofrece ahora oportunidades que hace una década sólo existían en Europa occidental”, dice Bartek, destacando que las ventas de automóviles siguen siendo positivas a pesar de la agitación que el sector automovilístico ha enfrentado durante varios años. “Es una señal de que no nos ha afectado ninguna crisis”, añade, al tiempo que revela que su poder adquisitivo ha aumentado significativamente: “Me han aumentado el salario un 10% cada año durante los últimos cinco años, y no solo a mí, sino a todos los que conozco en empresas dedicadas a otras actividades económicas”. Este crecimiento sostenido y meteórico ha sido denominado el “milagro polaco”. “¿La economía de más rápido crecimiento en Europa? ¡La economía de Polonia!” Así lo afirmó a mediados de agosto en las redes sociales el primer ministro polaco, Donald Tusk, compartiendo un gráfico que situaba a su país en el primer lugar de la Unión Europea, con un aumento del PIB del 0,8% en el segundo trimestre de 2025 respecto al trimestre anterior y un aumento del 3,4% respecto al mismo periodo del año pasado, según la Oficina Central de Estadística de Polonia (GUS). Sin embargo, estas cifras contradicen los datos de Eurostat, que sitúa a Polonia como uno de los cinco países de más rápido crecimiento de la Unión Europea. Con la excepción de 2020 y la recesión relacionada con la pandemia de Covid-19, este país de Europa del Este nunca ha entrado en recesión desde que se unió a la Unión Europea. Aunque el PIB creció sólo un 0,1% en 2023 debido al aumento de los precios de la energía y la incertidumbre sobre el ataque ruso en Ucrania, repuntó al 2,9% en 2024. “En realidad, no es ningún secreto que las economías más débiles tienden a crecer más rápido”, señala Piotr Bartkiewicz, experto del Pekow Bank, el segundo banco comercial más grande de Polonia. “El establecimiento de vínculos comerciales y de capital con Europa occidental, la construcción de infraestructura básica y el despliegue de una fuerza laboral educada en industrias modernas han contribuido a un impulso económico que se ha mantenido constante durante las últimas tres décadas”. Este asombroso progreso es sin duda aún más evidente dado el contexto en Europa, donde Alemania se tambalea al borde de la recesión, la guerra hace estragos en las fronteras de Polonia e incluso aviones no tripulados rusos penetran en su territorio. Esta resiliencia se debe en gran medida al fuerte consumo de los hogares, que representa alrededor del 60% del PIB. “Polonia, con una población de 37,4 millones de habitantes, tiene un gran mercado interno, lo que la hace más resistente a las crisis que sus vecinos más pequeños, como la República Checa, Eslovaquia o Hungría, que dependen más de las exportaciones y tienen una economía muy diversificada, lo que significa que no dependemos de ningún sector específico”, señala Bartkiewicz. Además, en los últimos meses, la inflación se ha estabilizado en el 2,7% en agosto, y la moneda nacional, el zloty, se ha mantenido en torno a los 4,25 por euro desde el otoño de 2023. El aumento de los salarios (un 7,6% en julio en comparación con el año anterior, según la Oficina de Servicios Generales) también contribuyó a impulsar el gasto de los hogares y las ventas minoristas, que aumentaron un 4,8%. Otro motor de la economía polaca es el dinero de la UE. En febrero de 2024, la UE liberó 137.000 millones de euros (160.000 millones de dólares) del plan de recuperación, que había sido congelado a finales de 2022 por la Comisión Europea debido a los ataques al Estado de derecho y la independencia del poder judicial bajo el antiguo gobierno de extrema derecha de Polonia, Mateusz Morawiecki. Con la reciente liberación de fondos, las autoridades se apresuran a gastarlos lo más rápido posible, como lo reflejan las importantes inversiones en infraestructura ferroviaria. El económico motor funciona a máxima velocidad. Según el Fondo Monetario Internacional, se espera que Polonia ascienda este año al vigésimo lugar entre las economías más grandes del mundo, con un PIB de 980 mil millones de dólares. Polonia, que ya es la quinta economía de la UE en términos de paridad de poder adquisitivo, se está “convirtiendo silenciosamente en un motor de crecimiento económico en Europa”, dice Mateusz Orban, analista de Oxford Economics, quien describe a Polonia como “un tigre europeo a las puertas de Alemania”. Sin embargo, Polonia enfrenta desafíos si quiere mantener este ritmo de crecimiento. Un problema es el estancamiento de la inversión, que ha oscilado entre el 16% y el 20% del PIB en los últimos 10 años. En 2024, la proporción caerá justo por debajo del umbral del 17%, lo que colocará al país en el puesto 25 entre los 27 miembros de la UE, en comparación con el promedio europeo del 21,2%. “Es un problema estructural de la economía polaca, pero también significa que lo que se ha invertido se ha hecho de forma eficiente”, afirma Bartkiewicz, que atribuye el bajo tipo a una mentalidad empresarial más conservadora y a una falta de capacidad de gestión. Por otro lado, Bartkiewicz advierte de que la tensa relación entre el primer ministro y el nuevo presidente nacionalista, Karol Nawrocki, podría afectar a las finanzas públicas: Polonia se enfrenta a un problema fiscal del 6,6%. El déficit público en 2024 será el segundo más alto de la UE después de Rumanía, con un 9,3%. “Existe un consenso social para subir los impuestos o recortar el gasto significativamente, pero las medidas propuestas por el gobierno ya han sido vetadas por el presidente”, afirma Bartkiewicz. Y añade: “También existe el riesgo de que el poder ejecutivo dé prioridad a las pensiones, el gasto militar o el pago de intereses de la deuda soberana a expensas de sectores más desarrollados como la ciencia, la tecnología y la educación”. Suscríbete a nuestro boletín semanal para recibir más cobertura de noticias en inglés de EL PAÍS USA Edition.

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